miércoles, 4 de marzo de 2015

El inconsciente




Para el psicoanálisis, el inconsciente es un sistema de impulsos reprimidos que no llega a la conciencia pese a permanecer activos en el sujeto. Esto quiere decir que los contenidos reprimidos que se encuentran en nuestro inconsciente aún tienen efectividad psíquica ya que actúan mediante diversos mecanismos. Los sueños y actos fallidos son algunas de las manifestaciones del inconsciente.

Los actos fallidos son esas conductas que usualmente se realizan correctamente pero que cuando no se realizan o se llevan a cabo de forma incorrecta son atribuidas a una falta de atención o a la casualidad. Algunos ejemplos de ello son esas ocasiones en las que una persona dice una cosa en lugar de otra, escribe algo diferente a lo que pretendía, lee algo distinto de lo que está escrito, o escucha algo que no tiene nada que ver con lo que le han dicho. Este tipo de incidentes que se asocian a la casualidad son vistos desde otra perspectiva por el médico austriaco Sigmund Freud, quien centró sus estudios e investigaciones al inconsciente; y esto lo evidencia en su afirmación de que los actos fallidos y otras manifestaciones del inconsciente no son casualidades, sino conductas psíquicas importantes con pleno sentido que se deben a la conexión de dos intenciones opuestas.


Otra de las manifestaciones del inconsciente son los sueños. Hay muchas cosas que aún siguen siendo un misterio acerca de ellos. Tradicionalmente hemos pensado que el sueño es una forma de procesar y acumular lo ocurrido durante el día y es cierto que cada vez más investigaciones apoyan esta hipótesis de que por la noche el cerebro actúa como unos intestinos que digieren y filtran -metafóricamente- la información que almacenamos durante el día. 
Muchos expertos afirman que tanto sueños como actos fallidos, los cuales continuamente experimentamos, son cosa del despiste o que ocurren al azar sin motivo aparente, sin embargo, hay multitud de ocasiones en las que, en el caso de los equívocos, decimos o hacemos cosas sin nuestra propia voluntad, y ya no solo eso sino que en muchos casos estas cosas nos comprometen e incluso juegan malas pasadas. Es ahí donde estoy totalmente de acuerdo con Freud, pues considero que el inconsciente actúa de un modo escandalosamente sutil, ya que en ocasiones aun sin darnos cuenta escuchamos algo que nos lleva frustrando semanas en las palabras de alguien que posiblemente nos esté pidiendo la hora o llamamos a nuestro hermano por el nombre de nuestro ex; lo cual sinceramente me hace pensar que nada tiene que ver con la casualidad. Parece que detrás de todas esas meteduras de pata que dejamos pasar como si nada, hay algo que nos ha llevado a decir o hacer lo que hemos dicho o hecho. Y no solo eso sino que en muchas ocasiones también soñamos con cosas que en la vida se nos habría ocurrido pensar pero que, si las soñamos es indudable que las pensamos. Eso es para mí el inconsciente, esa parte del cerebro que está ahí almacenando información a la espera de encontrar un momento en el que ponernos en un compromiso o en el que poder relucir disfrazada de sueño; aunque indudablemente, algo más complejo será, digo yo.


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