miércoles, 28 de enero de 2015

Hipnosis

HIPNOSIS

¿Qué es la hipnosis?
Estado semejante al sueño, inducido por otra persona mediante sugestión, en el que cual se somete la voluntad a quien lo provoca.

La hipnosis puede ser aplicada a distintos tipos de personas, exceptuando a aquella que tenga problemas psicológicos como la depresión , en cuyo caso la persona debe de ser rehabilitada antes de someterse a dicha actividad.

Hay distintos casos en los que la hipnosis puede ser de gran ayuda.
Redactaré y explicaré algunos ejemplos.

  • Control de hábitos, como dejar de fumar: La dependencia de la nicotina, junto con la del alcohol, es la drogadicción más extendida en el mundo. La nicotina es una sustancia estimulante, espantosamente tóxica, pero a la que resulta fácil habituarse, así como desarrollar resistencia ante ella.
    La autohipnosis es un método complementario adecuado para dejar esta adicción. Proporciona una especie de relajación ante el nerviosismo provocado por el abandono del cigarrillo, disminuye la sensación de “recompensa” provocada por el fumar y sirve para “cambiar” las ideas del fumador con respecto al tabaco.
  • Trastornos por ansiedad: La autohipnosis puede ser muy útil en el control de la ansiedad. Como técnica para inducir la relajación, sirve para aprender a tranquilizarse, para reposar en situaciones de tensión y para eliminar la tirantez acumulada. En este sentido, los simples ejercicios de inducción autohipnótica descritos anteriormente, son suficientes para aprender a disminuir la ansiedad.
  • Fobias concretas:
    Las fobias únicas (por ejemplo: a las alturas, a los ascensores, a las serpientes...) son fáciles de tratar mediante la autohipnosis. En cambio, las fobias múltiples (fobia a salir a la calle y a ir en metro y a ir al cine y a visitar grandes almacenes y a...) requieren un enfoque más amplio.


Aunque quizás la hipnosis más conocida es la que se realiza por diversión , para entretener a un público.
A su vez la hipnosis en un show tiene repercusiones negativas sobre las personas a la que se les practica, además de sobre las personas que lo están viendo.

En un show se deja la impresión que el hipnotizador es el que domina, que tiene una mente poderosa que obliga a los demás, de mentes más débiles, a hacer lo que quiera. Y esto es lo más grave. Causa que miles de personas sientan después temor a la hipnosis, porque piensan que serán dominados por el hipnotizador. De esta manera se pierden la gran oportunidad de utilizar esta técnica para mejorar la calidad de sus vidas.
Para concluir, explicaré la diferencia entre la hipnosis efectiva y resolutiva.
La Hipnosis Resolutiva se sitúa durante el “trance hipnótico”, se consigue la apertura de un canal de comunicación directo con el inconsciente para ayudarle a obtener los cambios deseados.
Cuando te encuentras en un “trance hipnótico”, se utilizan las mismas partes del cerebro donde se encuentran, tus sueños, memorias y fantasías.


La Hipnosis Efectiva, ayuda a la persona a entrenar su inconsciente para conseguir los cambios que ha decidido conscientemente. 

martes, 13 de enero de 2015

Un sueño descartado

“¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.”

Hace varios días tuve un sueño que me dejó trastocada. Unos días antes terminé Abre los ojos, una película que habíamos empezado en filosofía y que, por el parón de las navidades, tuvimos que dejar a medias. Así que ya por curiosidad y porque creo que Amenábar lo merecía tras haber conseguido sorprenderme gratamente hace algunos años con su película Tesis, decidí terminarla por mi cuenta. Supongo que fue la película junto con algo de información que busqué sobre su relación con la filosofía de Descartes, lo que me llevó indudablemente (perdona, Descartes, por la expresión) a soñar aquel sueño tan espantoso. Leer esto lleva a pensar que se trataba de una pesadilla pero ni mucho menos, es más, el sueño en sí me gustó bastante.

Yo estaba en una fiesta, una fiesta a lo grande, y en ella estaban todas y cada una de las personas de mi entorno. Todos podíamos hacer lo que nos diera la gana sin temer a que nadie nos juzgase. La verdad es que era genial. Mientras soñaba, me di cuenta de que era un sueño de estos que no es del todo sueño, sino algo así como un sueño aposta, lo que yo denominaría imaginación controlada; por lo que obviamente decidí hacer todo lo que realmente estaba pensando en ese instante, es decir, todo lo que quería. Supongo que todo esto era obra de mi conciencia porque yo hacía exactamente lo que yo quería hacer, pero por otro lado había algo más extraño, que no sé cómo definir, era como que mi inconsciente quisiese entrometerse en un sueño que era puramente de mi conciencia y mío. Y no me refiero a que mi subconsciente no acatara las órdenes que mi conciencia y yo queríamos, ni que hiciera aparecer muertos vivientes por la fiesta o que nos alcanzase un enorme tsunami allí en mitad, sino que mezclaba el sueño con todo lo que había visto en esa película, todo lo que me había leído de Descartes con su imposibilidad de distinguir sueño y realidad o su duda metódica; y lo hacía parecer terroríficamente real. El sueño concordaba a la perfección, de una intensidad extrema, como si de verdad viviese todo aquello. 

En el sueño, además, aparecían unas setas de estas alucinógenas (sí, alucinógenas) que todo el mundo tomaba como si de alcohol de tratase, a excepción mía, que en lugar de tomar setas, dormía, soñaba y despertaba constantemente dentro del propio sueño, cosa que provocaba en mí extrañamente el mismo efecto que el de las setas.

A ver, el sueño en sí puede parecer para que me encierren pero sinceramente para ser un sueño tampoco es tan extraño, quiero decir que tampoco creo que significase nada así trascendental. Sin embargo, no es el hecho del sueño en sí lo que me dejo tocada, sino mi despertar, lo que el sueño produjo en mí cuando abrí los ojos. Al despertar sentí algo que nunca había sentido. Sentí despertar, despertar de la vida, de la vida real. Puede parecer que desvarío, pero aquello me recordó a algo de la película. Parecía que tras aquella fiesta hubiesen empalmado mi vida de nuevo a partir del momento en que desperté. E insisto, estaba despierta, más que despierta, sin embargo, todo parecía mucho menos real que el sueño del que acababa de despertar. Era extraño porque no supe como sabía que estaba despierta, pero estaba segura de que lo estaba. 
Prometo que en aquel instante empecé a dudar de todo lo que me rodeaba, el sueño no quería abandonar mi cabeza y era como si toda mi vida, la real, hubiese pasado a un segundo plano, como si no me importase. Me empezó a surgir la duda de si volvería a ser capaz de conciliar el sueño, esta vez a ser posible, un sueño normalito, porque bajo ningún concepto quería volver a ese dichoso sueño. Sueño que por muy sueño que fuese, me había hecho, no sé cómo, planteármelo todo. También me di cuenta de que, a pesar de creer que llevaba toda la noche viviendo esa extraña vida, que no era, que no podía ser vida, llevaba exactamente una hora y diez minutos soñando. Miré varias veces el reloj porque sinceramente no me lo podía creer. Finalmente, entre incesantes esfuerzos por concentrarme en cosas normales como la ropa que me ponía al día siguiente o similares, y el profundo pensamiento de que el puñetero sueño me había cambiado, me dormí.

Al día siguiente, hice una reflexión sobre qué clase de sueño o qué clase de mierda había sido aquello que tuve esa noche. En primer lugar pensé que podía haber sido mi mente que por el simple hecho de pensar mientras duermo, había remezclado una serie de informaciones que había en mi cabeza. Parecía lo más razonable porque hasta ahora era realmente el concepto que yo tenía por sueño. Pero obviamente, todo no podía quedar ahí. Se me ocurrieron mil y una barbaridades hasta el punto de llegar a entenderme con Descartes. La posibilidad de que realmente “pienso, luego existo” y de que solo ocurre lo que está en nuestra mente estuvo entre algunas de mis opciones. Sin embargo, finalmente llegué a una conclusión que verdaderamente me parecía que podía tener algún sentido y es que, nada más lejos de la filosofía, me dio por pensar que mi sueño había sido el propio experimento de las setas alucinógenas (aunque nunca las he probado) que mismamente aparecían en el sueño. Durante el sueño, la sensación, la fiesta y todo lo que ocurría, fue más que bueno, como si me encontrase bajo el efecto de las sustancias alucinógenas, sin embargo, al despertar, todo fue más que horrible, volví a la mierda de la realidad en la que vivo como si el efecto de las mismas se hubiese pasado, de ahí a mi malestar y desorientación al despertar en mi cama.

Descartes decía que era imposible distinguir un sueño de la realidad y yo sinceramente no estaba de acuerdo porque, hasta el momento, siempre había sabido reconocer y diferenciar un concepto de otro a la perfección, pero realmente tras despertar de este sueño, dudé, toda esa seguridad se me vino abajo y creí estar totalmente de acuerdo con él. Verdaderamente no sabía que había significado aquel sueño al que yo misma había adjudicado una explicación por el simple hecho de quedarme tranquila, pero lo que si sabía con certeza era que no quería, ni por asomo, volver a vivir aquello.